Es un manifiesto error culpar por sistema al contrario; o lo que es lo mismo, estimar que las incompetencias ajenas ocultan las propias y perseguidas las primeras problema resuelto. Si fuera así el éxito resultaría un producto despersonalizado, carente de vida propia e hijo de la casualidad. Por el contrario, la victoria solo es de los audaces, y la fortuna de los emprendedores. El señor Draghi ha pedido una vuelta de tuerca más de la reforma laboral, e insisten en la misma idea diversos colectivos doctrinales y políticos, y mucho me temo que con ocasión de las próximas elecciones resuciten las ideas milagreras del contrato único, y otras todavía más peregrinas, como certificar la obsolescencia de sindicatos y patronales, en la convicción de que sin intermediarios habría más empleo, mejores salarios, y sobretodo más oportunidades. Tales optimistas no dicen que más igualdad, porque resulta obvio que no caminamos en esa dirección. El debate del pseudofracaso de la reforma laboral retorna con una sentencia del Tribunal Supremo declarando la nulidad de unos despidos , en un ERE notorio y singular de una empresa muy conocida; pero hay muchas más que han puesto en solfa la preminencia de lo dispuesto en un contrato o lo determinado por la ley contra lo normado en un convenio colectivo en relación con la obligatoriedad de la jornada, o la contractualización de las condiciones pactadas incorporadas a los contratos de trabajo afectados por lo dispuesto en el convenio colectivo, cuando este ha muerto por inanición, y ha transcurrido el año de ultra actividad previsto por la ley…, en fin parecería que la reforma laboral es un coitus interruptus y hay que volver a empezar.

Creo que el debate está distorsionado por una apreciación equivocada de lo que la reforma es. El gobierno y después el legislativo declararon que los despidos colectivos o EREs ya no serían resueltos por la autoridad laboral correspondiente, pero en ningún momento reconocieron capacidad dirimente al empleador para resolver un contrato sin causa justificada. Y de la norma se desprende la necesidad de que la decisión empresarial sea proporcional a la causa que la justifica; y la ley impone un proceso de consulta-negociación al que no es posible hurtar información suficiente para que las dos partes sepan a qué atenerse cuando negocian, los riesgos que corren, y sobre todo la situación real de la empresa. Tras la reforma laboral algunos expertos vaticinaron la muerte súbita de la negociación, para ser substituida por la decisión del empresario, y en caso de litis la acción del juez. Error estratégico grave: el 90,11% de los descuelgues de convenios colectivos  son finalmente resueltos mediante acuerdos en la empresa, y el 91,32% de los EREs son consensuados en el tramite antes dicho de la consulta-negociación. Nuestro sistema de relaciones laborales exige de la regulación libre, autónoma, a través de la vía negocial de sindicatos y patronales y empresarios y trabajadores, y cualquier otra consideración tendente a desequilibrar esa relación atribuyendo un poder determinante a una de las partes está destinada a fracasar, porque choca con la Constitución Española, el Código Civil, el tratado de la UE y el modelo consolidado de un jus laboralismo europeo estimado por las grandes mayorías electorales como un valor conquistado que, a todas luces, es conveniente preservar.

La reforma laboral pretendió y lo consiguió construir un nuevo marco de relaciones laborales rompiendo alguna de las rigideces existentes. La jurisprudencia del TS constituye una clara llamada a la negociación, y a la fijación de reglas de comportamiento que eviten el dictado de una parte, en una relación laboral que debe ser resuelta de manera ajustada a la justificación que la motiva.

Sería deseable que resuelta la pugna electoral, el futuro gobierno fuera capaz no de dinamitar la reforma laboral, todavía necesitada de sedimentación sino de resolver las lagunas e imprecisiones que ofrece, dotando a nuestro de marco de relaciones laborales de la seguridad jurídica e eficacia que, en muchas ocasiones, echamos de menos. Y no sería malo que ese voluntarismo político se viera acompañado de la iniciativa de sindicatos y patronales. La preterición de estos, como si de chivos expiatorios se tratara, es una pura baladronada que a nada conduce, y tras la cual no hay ni cuatro votos.